Los profesionales egresados de las universidades nacionales no reúnen las características que demandan los sectores productivos, económicos y sociales del Paraguay. Mientras no se establezca una conexión entre el aislado mundo universitario y la realidad nacional, los estudiantes no asegurarán una fuente de trabajo al obtener su título.
Cada vez son más los jóvenes que dejan de ir a la Universidad. Paraguay es el país con el menor índice de inversión en educación superior de Latinoamérica y las universidades nacionales son el reflejo de la falta de voluntad política hacia la formación académica de los paraguayos.
En este contexto de desamparo y de orfandad estatal, el doce por ciento de la población nacional que accede a la Universidad se encuentra con una educación mediocre. Los docentes universitarios son cada vez menos respetados por sus educandos. Las clases son consideradas un mero protocolo y los exámenes, pasos burocráticos para acceder a un título que a la hora de la verdad no servirá de nada.
Los egresados chocan con una realidad inesperada al cruzar los muros de la universidad y al querer insertarse en el mercado laboral. El título universitario da un amparo académico pero no la formación práctica necesaria para ejercer una profesión determinada.
La reforma universitaria sigue siendo una utopía para los sectores interesados. Los parlamentarios crearon una ley que no responde a las necesidades de la educación terciaria, y que por el contrario, en vez de desarrollarla, la oprime trasladándola al retroceso. Crean organismos de élite para gerenciar las universidades y establecer mallas curriculares, desvinculan a la comunidad educativa de las decisiones que la afectan directamente, evitan todo tipo de evolución académica.
Mientras los diputados, senadores y técnicos del Ministerio de Educación y Cultura se dediquen a crear proyectos de ley que no se adecuen a la realidad nacional, a las demandas del mercado laboral ni al contexto regional, Paraguay seguirá aislado en cuanto a calidad académica se refiere. Los egresados no podrán ejercer su profesión ni el país podrá desarrollarse técnica, industrial, social ni científicamente.
Es justo y necesario que ante esta situación, docentes, estudiantes y miembros de la comunidad educativa en general se mantengan informados sobre los cambios que desean implementarse en la educación terciaria. El mejoramiento académico nacional depende de que tan involucrados estén los sectores interesados.
El cambio no debe aplicarse sin un análisis previo, sin el aporte de cada uno de los ámbitos que integran la universidad.
Si la ciudadanía no se decide a preocuparse y ocuparse de la universidad, esta institución pasará a ser una fábrica de profesionales enlatados de producción masiva y sin calidad. Los egresados seguirán no respondiendo a las necesidades del país y los ciudadanos quedarán sin médicos que sanen, abogados que defiendan y docentes que enseñen, por mencionar solo algunos ejemplos.
Así como la universidad; las instituciones con énfasis en educación técnica deberían ser una prioridad para el Estado por la demanda de profesionales del mando medio, para el sector de obras públicas, de pequeñas y medianas empresas. Sin embargo, la profesionalización y la formación de la mano de obra nacional, sigue siendo uno de los proyectos que están archivados en alguna oficina del Gobierno.
Cada vez son más los jóvenes que dejan de ir a la Universidad. Paraguay es el país con el menor índice de inversión en educación superior de Latinoamérica y las universidades nacionales son el reflejo de la falta de voluntad política hacia la formación académica de los paraguayos.
En este contexto de desamparo y de orfandad estatal, el doce por ciento de la población nacional que accede a la Universidad se encuentra con una educación mediocre. Los docentes universitarios son cada vez menos respetados por sus educandos. Las clases son consideradas un mero protocolo y los exámenes, pasos burocráticos para acceder a un título que a la hora de la verdad no servirá de nada.
Los egresados chocan con una realidad inesperada al cruzar los muros de la universidad y al querer insertarse en el mercado laboral. El título universitario da un amparo académico pero no la formación práctica necesaria para ejercer una profesión determinada.
La reforma universitaria sigue siendo una utopía para los sectores interesados. Los parlamentarios crearon una ley que no responde a las necesidades de la educación terciaria, y que por el contrario, en vez de desarrollarla, la oprime trasladándola al retroceso. Crean organismos de élite para gerenciar las universidades y establecer mallas curriculares, desvinculan a la comunidad educativa de las decisiones que la afectan directamente, evitan todo tipo de evolución académica.
Mientras los diputados, senadores y técnicos del Ministerio de Educación y Cultura se dediquen a crear proyectos de ley que no se adecuen a la realidad nacional, a las demandas del mercado laboral ni al contexto regional, Paraguay seguirá aislado en cuanto a calidad académica se refiere. Los egresados no podrán ejercer su profesión ni el país podrá desarrollarse técnica, industrial, social ni científicamente.
Es justo y necesario que ante esta situación, docentes, estudiantes y miembros de la comunidad educativa en general se mantengan informados sobre los cambios que desean implementarse en la educación terciaria. El mejoramiento académico nacional depende de que tan involucrados estén los sectores interesados.
El cambio no debe aplicarse sin un análisis previo, sin el aporte de cada uno de los ámbitos que integran la universidad.
Si la ciudadanía no se decide a preocuparse y ocuparse de la universidad, esta institución pasará a ser una fábrica de profesionales enlatados de producción masiva y sin calidad. Los egresados seguirán no respondiendo a las necesidades del país y los ciudadanos quedarán sin médicos que sanen, abogados que defiendan y docentes que enseñen, por mencionar solo algunos ejemplos.
Así como la universidad; las instituciones con énfasis en educación técnica deberían ser una prioridad para el Estado por la demanda de profesionales del mando medio, para el sector de obras públicas, de pequeñas y medianas empresas. Sin embargo, la profesionalización y la formación de la mano de obra nacional, sigue siendo uno de los proyectos que están archivados en alguna oficina del Gobierno.
1 comentario:
porfin algo de la periodista massi, es cierto que mientas sigan vendiendo un sistema educatibo mediocre, seguiran saliendo al mercado profecionales mediocres, pero nosotros como estudiantes que hacemos para tratar de cambiar las cosas????
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