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sábado, 11 de octubre de 2008

ENTRE ROSAS Y DUDAS

Por Salvatore

Cuando Rosa, subió al colectivo para ir a la facultad, dejaba atrás sus años de adolescente y entraba en la vida adulta y universitaria. Aunque no siempre madurez y universidad vayan de la mano, ese era el propósito de su vida ahora.

Pagó el pasaje y tomó asiento. La iluminación del colectivo dejaba el ambiente de color amarillo. Afuera, la oscuridad se apoderaba de la ciudad.

El traqueteo..., tumbos de aquí y allá..., el vaivén..., hacían que el viaje se pareciera mas a un paseo por la montaña rusa que un viaje placentero.

Rosa, miraba por la ventanilla, y aunque no veía nada, solo el reflejo de algunas luces que escapaban al abismo negro de la noche, quedo pensando en el futuro.

Prefería no mirar hacia los otros pasajeros, para no tener que saludar a nadie.

Su rostro aún adolescente, mezcla de ternura y decisión, demarcaban unos labios rosados bien definidos, que hacían honor a su nombre. De ojos profundos, cejas arqueadas y una sonrisa que dejaba escapar de tanto en tanto, revelaban el recuerdo de algunos hechos ocurridos en la secundaria.

Sus ojos grandes, auscultaban el negro de la noche, como queriendo saber su destino.

La música que escuchaba por los auriculares de su teléfono celular, resonaba en la mente de Rosa, como queriendo volver a la época de colegio. Recordaba las salidas furtivas con las compañeras, las bromas y juegos adolescentes, los recreos interminables y sin embargo, en su espíritu sabía que nada mas sería igual.

De reojo, como queriendo no mirar, pudo observar que entre los pasajeros, había muchachos y chicas de su edad, tan pensativos como ella, entrelazando en sus mentes un futuro desconocido.

En Rosa, acudían el recuerdo de lo que dejaba atrás y la música, que a esas alturas no sabía cual era.

Recordaba la algarabía de sus compañeras, y se preguntaba donde estarían en ese momento. Algunas, posiblemente, en sus casas viendo las telenovelas; otras, como ella, yendo a la universidad, queriendo empezar lo desconocido.

Muchos sentimientos se mezclaban en su corazón y su mente. Todo se agitaba, como el colectivo en el que viajaba.

Ningún pensamiento era lo suficientemente lineal como para seguirlo.

Los tumbos del ómnibus, el vaivén, la música y las expectativas llevaban a Rosa hacia un nuevo mundo.

Cuando llegaron a destino, se levantó, e instintivamente acomodó su ropa un tanto desalineada, por tanto zarandeo.

Vió que un grupo de pasajeros, se disponía a bajar. Casi todos de su misma edad y quizás ansiosos como ella.

Descendió la escalerilla del colectivo y sintió el peso de las miradas. En el fondo sintió el regocijo de una mujer que no pasaba desapercibida, se sintió una princesa. Ojos desconocidos, la observaban.

No podría ser menos, su figura sobresalía de entre las demás. Su andar elegante, rítmico, pausado, seguro, sensual..., la hacían diferente. Caminaba eligiendo donde pisar, como lo hacen las que saben seducir con su cuerpo.

La naturalidad de su caminar, disparaba suspiros. Era la sensualidad propia de un cuerpo adolescente, que ingresaba al campus universitario.

Muchas miradas agudas, picantes. Ojos avizores, expertos y rapaces, volátiles y volubles buscaban ver lo que no se percibía.

Esa era Rosa en su primer día de clases en la universidad. Arrancando suspiros y generando dudas.., a todos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

como le envidiamos a rosa...cuando pensas escribir un articulo sobre nosotras, o no somos motivo de tu inspiracion...jejeje, besos tqm.B,R Y M

Anónimo dijo...

Que el nombre coincida con el de alguna persona, no significa que es esa persona..., o si reune algunas caracteristicas de una persona no siempre indica que es asi..., en todo caso..., como decia Roa Bastos...,"siempre escribimos algo de alguien, o algunas cosas de todos para hacer un personaje". Pero en la proxima, tendre en cuenta algunas caracteristicas..., jajaja..., yo tambien les quiero mucho.