El que duerme bien estudia mejor, dice estudio
"Un estudiante en clase"
Un estudio llevado a cabo en Estados Unidos concluye que los estudiantes adolescentes mejorarían significativamente su motivación y su atención si sus clases comenzaran más tarde.
El experimento se llevó a cabo con 200 alumnos de una escuela secundaria a los que se les concedió 30 minutos más de sueño, al retrasar el inicio de la jornada escolar hasta las 08.30 horas.
Después de los cambios, el número de alumnos que decían sentirse infelices o deprimidos descendió un 30%, el de los que experimentaban molestia e irritación cayó un 25% y el de quienes sentían cansancio se redujo un 30%.
En el estudio publicado en la revista Archivos de Pediatría y Medicina Adolescente, los autores abogan por un retraso en los horarios de entrada de los adolescentes a la escuela.
El cambio de horario que los investigadores aplicaron al internado St. George's School, en Rhode Island, en el noreste de EE.UU. ya ha sido experimentado por un reducido número de escuelas del país.
Sueño profundo
Investigaciones previas habían indicado que los ciclos de sueño se retrasan hasta dos horas con la llegada de la adolescencia y que lo ideal es que los estudiantes de esta edad duerman entre nueve y nueve horas y cuarto, según el periodista especializado en ciencia de la BBC Eric Camara.
Los autores del estudio apuntan en la revista que aunque parezca poco tiempo, un retraso de 30 minutos puede tener un gran impacto. Explicaron que los adolescentes están en la fase de sueño más profundo al amanecer, justo en el momento en que se levantan para ir a clase.
Interrumpir el sueño en ese momento les causa somnolencia durante horas, en especial si se tiene en cuenta que también tienen problemas para dormir antes de las 23.00 horas, señalaron.
Un editorial publicado en la revista afirma que "una cantidad creciente de estudios demuestran que cambiar los horarios de las escuelas de secundaria sería bueno para los adolescentes".
Los autores del estudio reconocen, sin embargo, que aplicar el cambio en los centros escolares tiene la dificultad de compatibilizar el nuevo horario con la jornada laboral de los padres, un problema que no presentaba el internado objeto del experimento.
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