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viernes, 27 de febrero de 2015

“CRISTIAN GREY Y LA GUACHA DE MI MAMÁ” (*)



*Frase de una amiga 
y compañera de trabajo,
Rosa María Medina
Por Salvatore Brienza

Desde que se estrenó, a nivel mundial y en nuestra ciudad, la película  “50 Sombras de Grey” basada en la trilogía homónima de la escritora estadounidense E.L. James, he escuchado un montón de opiniones con respecto a la misma, leído comentarios de críticos de cine, literatos, sexólogos, psicólogos, feministas, ñembo-feministas y muchos “puritanos” que “no hacen groserías” cuando tienen sexo y sólo se reproducen en la posición “papá-mamá”.
De alguna manera, todas las opiniones son subjetivas, así como la película. La película es la visión que la directora Taylor-Johnson tiene sobre el libro, El guión es la visión de algunos profesionales y basados, quizás, en sugerencias de los productores que además de financiar la película deciden que es bueno para “ganar dinero” de acuerdo a los planes de Marketing para hacer del film, la más erótica y sensual de la historia del cine.
Para los que leyeron el libro, cada uno de ellos, y me incluyo, se hicieron su propia película y cada escena del libro, fue parte de sus propias expectativas en el momento de practicar los “extraños placeres de Cristian Grey”. Cada uno de nosotros pensó en su versión del film, cuando se anunció la filmación. Los varones, los que leyeron, se habrán anotado una, dos o más “Anastasias” para su propio reparto y las mujeres, unos pocos “Cristian Grey”, porque en Paraguay no son muchos los que “son ricos, sexys, regalan Audi y vuelan su propio helicóptero, para ir a comer”.
Todas estas opiniones, ideas, imaginaciones y “deseos reprimidos” en muchos casos, sólo son frutos de la suma de cada una de nuestras propias experiencias, adquiridas o experimentadas, con relación al placer, el dolor y a las sensaciones que uno puede experimentar al tener un encuentro sexual, sea esto al “estilo Grey o estilo tradicional papá-mamá”.
Excluyo la palabra “amor”, como expresión de sentimiento y afecto, porque en el fondo es lo que todos esperan ver en la película, que vuelvo a aclarar, todavía no lo ví, pero que por el libro y en el primer número de la trilogía, no hay. Si quieren saber más, sólo lean el libro.
Por otro lado, la “guacha de la mamá de Rosa”, es lo que me llevó a analizar la película y sus implicancias en nuestra educación, sea esta formal o sexual. Si bien mi amiga y compañera de trabajo Rosa lo utilizó, al decir que “uno los instrumentos que ayudaban a provocar el placer en Anastasia, era muy parecido a la guacha de su mamá” y que incluso, en su casa –de la mamá de Rosa- estaba todavía “el clavito de dónde colgaba” y que en particular a ella, eso no le producía placer”, Es de lo que -a mi criterio- trata la Trilogía de E. L. James, la transformación del dolor en amor, a través de todos sus libros.
El instrumento, genera un recuerdo, bueno o malo, en las personas. Es la expresión del dolor -placer en el caso de Grey a Anastasia- que recibió por algún castigo hecho cuando éste era el “sumiso”.
En cualquiera de nosotros que haya sido castigado “con guacha, cinto, tejuruguai o rama de guayaba o durazno”, viene a ser lo mismo. Recordamos con dolor, pero al mismo tiempo, reflexionamos por qué fuimos castigados y como aprendimos a “obedecer a nuestros padres, a ser respetuosos con nuestros mayores y no desobedecer las ordenes de las autoridades” en definitiva a ser “SUMISOS y SUMISAS”. Y si se puede sonreir de felicidad ante el castigo.
En el libro eso se ve claramente, pero por los comentarios, eso no se trasluce en la película.
Es por ello, que antes de ver una película basada en un libro, lo primero es leer el libro. Después ver la película y les puedo asegurar que no será lo mismo.
Si no lo hacen así, recuerden “la guacha de la mamá de Rosa” y el “clavito que nos recuerda” que debemos ser “obedientes y sumisos”.

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