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miércoles, 30 de septiembre de 2015

Ser Masón no es ser Ateo

Por Salvatore Brienza

En estos días de controversia entre Estudiantes, Docentes y Administradores de las Universidades, salta de nuevo el “viejo maligno”…, la masonería.
Que los masones son esto, aquello y más allá. Que la masonería es anti-esto, aquello y acullá. Que la masonería promueve la lucha de clases, la división de la familia, las élites privilegiadas, el anticomunismo, el capitalismo salvaje, el libre mercado, la libertad de pensamiento, de opción sexual y muchos otros males que aquejan a la humanidad. Que las guerras son por intereses de los masones. Que los mismos se reúnen para protegerse entre ellos y se ayudan como si fueran una gran corporación de ricos y que trabajan para el Nuevo Orden Mundial.
Pero lo que más impresiona es la incapacidad de las personas en separar los conceptos que esgrimen para atacar a una institución que tiene más de mito que de realidad.
Para entender un poco este tema de la Masonería les contaré algo que sucedió. En una oportunidad, un hermano decidió contratar un servicio de limpieza para el local de reunión de la Logia. El día que iba a realizar el servicio se presentó. El hermano le abrió el local y al ver todos los elementos y símbolos juntos, esta persona quedó impresionada. No quiso ingresar al local.
Con calma, el hermano le dijo: “Allá en el centro de la sala hay un libro, es el Libro Sagrado para nosotros, anda y mira que libro es. Luego me vas a decir si quieres trabajar aquí o no”.
Esta persona fue, miró y descubrió que se trataba de la Biblia. Tomó el puesto de limpiador del recinto de reunión. Trabajó más de 15 años, en silencio.
Cuando decidió retirarse del servicio, el mismo hermano que lo contrató pero más viejo le dijo: “Hermano, espero que no te hayamos hecho trabajar tanto en estos 15 años”.
Esta persona contestó: “Yo soy Pastor hace 14, quise ser Sacerdote de joven y he aprendido tanto en todos estos años de trabajar aquí. Porque cada vez que acudía a limpiar me daba cuenta que había algo nuevo para descubrir entre estos símbolos. Cada uno de ellos me decía algo. Y cuando sentía dudas, abría el Libro Sagrado. En una oportunidad, puse una silla frente al Altar y recé por todos ustedes. Sin embargo, parecía que todo el recinto estaba lleno y ustedes presentes. Sentí eso, y pensé que estaba loco. Sin embargo, nunca más me sentí solo”.
La masonería no es una institución tenebrosa. Es una institución donde cada uno construye su Templo interior y una vez abierto los oídos, aparecen los Maestros de Sabiduría que enseñan.
Por ello, considerar que ser Masón es ser ateo es tan sólo ignorancia. Hay masones que son ateos y se les respeta porque entre aquellos todos somos iguales.
La masonería es una institución “eminentemente filosófica, humanista y por sobre todo filantrópica” cuyos secretos están basados en “alegorías y símbolos universales” que indican el camino de “perfección del ser humano” todo ello bajo ciertos principios y códigos que rigen a los masones durante su carrera que “nunca termina”.
Uno de estos símbolos es el Libro Sagrado que debe formar parte del mobiliario de cualquier Logia. En la historia de la humanidad ha habido muchos libros considerados Sagrados por los grupos humanos. Desde los antiguos textos caldeos, babilónicos, egipcios, griegos o indios; pasando por los Hebreos y Cristianos, hasta llegar a considerar que no es necesario que haya un libro sagrado. Tal es el caso de otros grupos masónicos “más progresistas” como los Masones de Francia que consideran un despropósito hablar de Libertad, Igualdad o Fraternidad si se tiene un libro de determinado grupo religioso o invocar a un ser divino, de acuerdo al grupo mayoritario de la reunión. 
No debemos caer en el engaño de considerar que los masones son “perfectos o que no cometen delitos” porque esto sí es un error. Muchos masones cometieron delitos penados y castigados por la ley del estado donde viven. Lastimosamente, “por una manzana podrida, se rechaza toda la producción”, y esto sucede porque la institución es humana y formada por seres “perfectibles”.

El resto es cuestión del cristal con que se mira.

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