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sábado, 29 de julio de 2017

Política fallida

Por Tito Benítez

Los sucesivos gobiernos no han podido responder con un plan que ayude a salir de la acuciante pobreza en la que viven los campesinos en Paraguay.
La presencia de los mismos, que llevan más de quince días en la capital del país, es el reflejo más fiel de que han fracasado los gobiernos.  
Han fracasado sus propuestas, si es que la tuvieron. Todo ha quedado en el mero discurso, lo que demuestra una vez más que la clase pobre sólo es importante para las campañas políticas, donde son usados como bandera para llegar al poder.
Carecemos de Políticas Publicas efectivas para la educación, salud, seguridad, trabajo, energía. En definitiva, no tenemos nada. Hasta el momento, no podemos saber cuál es el norte del país de aquí  a 10, 15 o 20 años. Vivimos el día a día, tapando agujeros. Donde las decisiones políticas más que solucionar,  ahondan la problemática.
Vamos, lentamente, tocando fondo. En la medida que pensamos en conceptos como condonación, refinanciación, subsidios, o como quiera que se llame, es imposible luego querer argumentar que con esto solucionamos el problema. Ponemos la carreta delante de los bueyes.
Nada solucionamos cuando pagamos cuentas ajenas, Porque no va acompañado de un plan que le ayude a no caer en el mismo error. Si seguimos así, cada año veremos marchas y contramarchas. Hoy, son campesinos, mañana serán otros.
Por otro lado, como sociedad también fallamos. Elegir mediante nuestro voto a muchos que hoy ocupan espacios de poder, y no poder quitarlos por sus manejos poco claros, es lo que nos hunde cada vez más. Cuando dejamos que otros elijan las políticas que a ellos les conviene, demostrando nuestra mayor indiferencia, es cuando estamos errando el camino.
Cuando nos callamos o nos distraemos en superficialidades que no construyen nada, es cuando damos poder a otros para dirigirnos sin control.
La culpa es nuestra cuando no hacemos nada para cambiar. Así como los campesinos, vivimos las mismas miserias que ellos. De la misma forma,  somos privados de nuestros derechos más básicos.
Evidentemente, la marcha de los campesinos en la ciudad colabora  aún más con el caos y no tiene por qué generar simpatías ya que de cierto modo viola nuestros derechos.
El problema es que si no fuera por este caos causado, no figuraría  en la agenda política y mediática. Llegamos a tal punto que si no fuera así, ni siquiera estaría escribiendo este  artículo.
Ahora que estamos viendo  y podemos, de cierto modo, dimensionar la realidad de los campesinos, debatamos como corresponde. Algo hay que hacer. No podemos quedar callados porque no somos campesinos, aunque muchos provengamos de la misma raíz.
Dentro de todo, aunque estemos en desacuerdo con sus acciones son también paraguayos que nos invitan a reflexionar qué caminos estamos tomando como país.

Al final, no todo es Nefertari y Ramses, aunque en este país, las plagas sobren. 

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