Por Tito Benitez
Las declaraciones de los precandidatos a presidente de la república
marcan de cierto modo la agenda de discusiones políticas de nuestro país. Esta semana,
candidatos por la ANR dieron declaraciones durante sus giras políticas
en miras a las internas del 17 de diciembre.
Aunque no esperamos que las declaraciones contengan agudeza y profundidad
propia de un estadista; al contrario, no pasaron de vacías e incluso patéticas.
Por ejemplo, lo manifestado por Mario Abdo Benítez no pasó de dar en
“cómodos y simples pasos” una especie de vendetta política donde los adherentes
no solo acepten, sino que aprovechen el “chorro de plata” que correrá el día de
las internas. Más penoso, imposible.
Aunque ya sepamos cuál es la práctica común de los partidos
tradicionales en Paraguay, que provenga de un candidato que dice ser la opción
de cambio revela simplemente que en caso de ganar, no habrá ningún tipo de
transformación.
Lo que revela este tipo de declaraciones es que buscan ser el cambio
para no cambiar nada. Es el continuismo de ciertas prácticas
institucionalizadas que benefician facciones que actualmente se encuentran en
puja electoral.
Como era de esperarse, el ataque del candidato contrincante no se hizo
esperar. Santiago Peña manifestó su “indignación” tras las declaraciones hechas
por el candidato “añetete”.
Pero, si lo dicho por el pre candidato disidente fueron poco felices,
el del caballo de Cartes fue el doble de triste.
Para contextualizar, analicemos algunas frases:
“Rememorando prácticas que queremos olvidar, pero que para vos
lastimosamente siguen tan vigentes.”
Al respecto, ciertamente queremos olvidar determinadas prácticas
prebendarias. No obstante, que alguien
le cuente a Santi que también hay que superar otras prácticas no menos perniciosas, como el arreo a
funcionarios públicos en horario laboral, muy común en los diferentes actos
oficialistas.
En otro momento manifiesta: “Un candidato colorado debe ofrecer
propuestas para que nuestras familias puedan vivir mejor.”
Todos esperamos propuestas reales para que vivamos mejor, pero que
alguien le aclare al candidato
oficialista que este gobierno prometio hacerlo desde el 2013. No quiera decir
esto como si él no fuera parte del gobierno.
Si vamos por esta lógica, la propuesta en el 2013 era que el EPP no le
marcaría la agenda al presidente. Hoy no sólo decimos que Cartes tiene la
agenda marcada, sino dibujada, pintada y recortada al antojo de un grupúsculo de
delincuentes escondidos en una zona con presencia de la FTC. Y algo más
trágico, tienen a cinco paraguayos privados de su libertad al mismo tiempo.
Además dijo, “un colorado de bien
es honesto (…..), no enseña a robar y no
pide a otros colorados que roben”.
Bien, sería más que interesante cuestionar de dónde muchas autoridades
han obtenido sus riquezas. Sean estos de las carpas oficialistas o disidentes
que no se caracterizan necesariamente por sus votos de pobreza franciscana y
austeridad digna de un Pepe Mujica.
Que cuenten tanto Mario Abdo como Santiago Peña cómo es que se dejan
rodear por políticos cuya riqueza son de dudosos orígenes. En este sentido, es
imposible no sospechar que la política sea un espacio donde se da una patada a
la pobreza en pocos años. Una patada a
costa del pueblo pobre y a la vez apático.
Para terminar, el que habla cómo debe ser un colorado es justamente
alguien que se afilió hace seis meses para que no le rajen de un ministerio. ¡¡¡Cuánta
altura moral!!!.
En fin, hasta el momento nos
resta dudar de cuántos y qué tipos de cambios se vendrán con la clase política
que tenemos. Queda abierta la reflexión a que debatamos cuál es nuestra
responsabilidad en este momento político importante para el Paraguay.
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