Por Juan
Maria Enciso
Quisiera comenzar diciendo que me
siento indignado ante el repudio mayor que gana una persona por una actividad
que realiza; mientras que otra, que es mucho más reprochable, no es siquiera
apuntada por los dedos acusadores.
¿Qué se puede esperar de una persona que tiene
por función juzgar y distribuir justicia para todos por igual?
Pregunta que me hago al ver el video
de un hombre agrediendo a una mujer que es la observación denotativa que pude
hacer. Ahora bien, pasando al nivel de connotación, vemos que es un hombre
grande fuerte, maltratando a la mujer, pequeña e indefensa. Ante la ferocidad
con que era agredida; y más aún, según la información a la que pude acceder, el
hombre es un Magistrado Electoral; significa que en teoría debería ser un
hombre leído y cabal, en cuyas acciones deberían primar el buen criterio y el
equilibrio. La agredida es una trabajadora informal (Limpiavidrios), una
persona que es el resultado de la corrupción y del fracaso de la lucha contra
la pobreza.
Sin ánimo de generalizar a todas las
personas que trabajan en ese ámbito, pues, sin duda, existen entre ellas
personas muy pacíficas, son famosas sin embargo las agresiones de los
trabajadores informales de las calles, como limpiavidrios y cuidacoches, pero
eso es de esperar ante toda la violencia que les toca vivir diariamente. Por lo
general provienen de sectores vulnerables y carentes donde aprenden a
sobrevivir como pueden. Hago mención a esto pues se presume que la mujer fue la
que provocó tal agresión. Ataque desmedido, cuando el conductor se negó a que
le limpie el parabrisas y ella golpeo el automóvil, acción que provocó la
respuesta bravucona.
Asombrosamente, las redes sociales
también se coparon de comentarios agresivos y acusadores para la mujer, a la
que algunos inclusive denominaron “lacra de la sociedad”, mientras que el
agresor era visto como la víctima.
Preguntémonos pues, ¿quién es la víctima y quien el victimario?.
Lo que podemos observar es solo un
efecto secundario, un resultado de todo el proceso corrupto que viene llevando
el Paraguay. Miramos al espejo y no nos gusta lo que vemos. Sin embargo, es
necesario reconocer que somos nosotros. La sociedad clama a gritos un cambio en
la conciencia colectiva, pues evidentemente no sólo rechazamos a lo feo, lo
moralmente malo y poco aceptado, sino que apoyamos y cuidamos del opresor.
Mientras esta conciencia colectiva no despierte a la realidad y busque
estrategias válidas para luchar contra la pobreza y brindar mejores
oportunidades a la población “en general”, la violencia seguirá creciendo como
un virus que invade todos los ámbitos.
2 comentarios:
Felicidades Juan!! Ya sabes mi punto sobre esto pero claro siempre apoyo tu manera de expresar las cosas y más porque son parte de tu ideología.
Mientras las autoridades correspondientes no les quite de las calles y les reubique en otra actividad va a seguir empeorando la violencia y la pobreza. Lastimosamente no hay autoridad que sea firme y haga cumplir la ordenanza municipal y ahora menos porque es época electoral y a los políticos les conviene seguir de romance con ése sector, $on voto$ $eguro$ para ello$ pues.
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