(Dicen que es un escrito de Margarita Durán Estragó, por lo que solo pongo la foto como referencia. Pero si fuera cierto, no me parecen desacertadas las reflexiones. Nota del editor)
No sería yo si dejara de expresar mi sentir acerca de la beatificación de Chiquitunga Guggiari. Creo que su ejemplo de vida debería ir mucho más allá de lo que la Jerarquía Eclesiástica se empeñó y se empeña en presentarnos. Se sabe que Chiquitunga, fruto de su tiempo, fue una joven rebelde, continuadora del sentir político de su padre y familia, de origen Liberal; alguien que participaba en manifestaciones y marchas sociales y políticas, una joven altruista y cristiana que supo sobrellevar en silencio la falta de caridad de las monjas del Carmelo que tanto la hicieron sufrir durante los años que vivió dentro. Estos rasgos de su vida no atraen a los que hoy están al frente de la Iglesia Católica del Paraguay. Nuestra jerarquía hoy está lejos de ser la Iglesia de Medellín, la Iglesia de los pobres y eso que estamos llenos de empobrecidos por falta de justicia social, por falta de ausencia de Estado y falta de presencia efectiva de la Iglesia jerárquica en los lugares donde están y viven los predilectos de Jesús. Allí asisten unos pocos religiosos, religiosas y sacerdotes: son contados y algunos ya muy ancianos.
Por eso creo que Chiquitunga, joven de clase media, alegre, que supo dar un abrigo a una niña pobre y una religiosa de clausura, pesó mucho a la hora de contar con la ayuda de los empresarios para solventar los gastos que demanda el proceso de beatificación. Chiquitunga con estos atributos no compromete a los poderosos, a los latifundistas, narcotraficantes, políticos, legisladores, militares, policías, jueces, etc. quizás muchos de ellos creyeron haber “limpiado” sus conciencias aportando abultadas sumas para el acto. Así es fácil ser católico y más aún "cristiano".
Hasta el presente resulta impensable que un mártir de las Ligas Agrarias Cristianas, un sin tierra asesinado por alcanzar un pedazo de tierra para cultivarla; un luchador social sea presentado en Roma como posible candidato a la santidad; alguna campesina dirigente social que vivió para su comunidad; una Pancha Garmendia, joven valerosa y cristiana que fue lanceada por orden del mariscal López, por haberse plantado ante su poder y gloria, antes de manchar su honra y su castidad; alguna indígena madre, despojada de sus tierras por colonos latifundistas…
Estos no son candidatos potables, son santos sin corona, son los auténticos santos ante los ojos de Dios, de ese Dios que es padre, que es madre, que es Cristo hecho uno de nosotros para enseñarnos con su ejemplo el camino a la santidad, que no es otra cosa que la sencillez, el deber cumplido y la entrega solidaria a los demás. El resto es boato, es consumismo, es adormecimiento de conciencias, es vanidad… En el acto de beatificación de Chiquitunga no estuvo CRISTO porque no estuvieron, ni tan solo representados, sus predilectos. Ellos no participaron en nada. Fue una celebración pagada por los que hambrean a sus predilectos y ellos sí fueron nombrados y aplaudidos; aunque, el mayor y prolongado aplauso, con silbidos y gritos se llevó Cerro Porteño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario