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viernes, 6 de agosto de 2021

YA LLEGARON LOS 50 AÑOS

Por Salvatore Brienza 

Cuando se piensa en las fechas de cumpleaños, siempre pensamos en que se festeja  un año más.

Hay otros que piensan que es un año menos.

Cuando uno es joven, allá por los 15 a 25 años, no piensa tanto en que hará cuando tenga 50 años.

Hay otros, más proactivos que diseñaron su vida para estudiar, trabajar, ganar dinero, vivir con comodidad y disfrutar de una vejez, observando a los nietos crecer. Todo bien ordenadito y disfrutando de la vida.

Sin embargo, hasta ahora no sé en qué categoría estoy. A pesar de que hoy cumplo 50 años.

Nací en el IPS de Asunción un 7 de agosto de 1971. Dicen que era sábado, como hoy.

Como todos los seres humanos, no recuerdo nada de mi nacimiento. Algunos filósofos , ocultistas y gurúes dicen que es porque el espíritu se materializa y al salir del cuerpo de la madre, se borran todos sus registros anteriores para ganar nuevas experiencias en esta vida. Teorías, Doctrinas, creencias, lo que sea. Es válido. Pero hay una frase que dice “Cuando yo nací, todos reían y yo lloraba…,”

Según  tío Oscar, en la casa de mi abuela materna, en Trinidad (Asunción) todos estaban felices, pero  él no quiso saber nada de su primer sobrino…, porque su escuela, la República Oriental del Uruguay, perdió un partido de fútbol, y no estaba muy contento por eso. Quizás por eso no me gusta el futbol, aunque somos fanáticos con tío Oscar del mismo club.

Me llamo Silvio Luis Benítez López.

Silvio, por mi papá y Luis, por el hermano mayor de mi mamá, que también es mi Padrino de bautismo. Es decir, soy Silvio Benítez y también Luis López, lo que me encanta, porque es como si nada fuera casual.

Según Mamá, me dijo que uno de los nombres que estaban pensando era  Silvio Alberto o Luis Alberto…., lo que tampoco iba a ser casual. 

Nací en el día de San Cayetano, y si me llamaba Cayetano, no iba haber problema, uno de los mejores jugadores de futbol de Paraguay y técnico de la selección se llamaba Cayetano Re. Tampoco sería casualidad.

Ahora muchos me conocen como Salvatore Brienza, que es el seudónimo periodístico que me impuse  para usar en mis publicaciones, tampoco es al azar, porque las iniciales SB coinciden con Silvio Benítez.

Además, en  mi familia paterna abundan los apellidos italianos, están los Brienza, los Salvatore y los Masi. Así que hay mucho por investigar, contar y recontar en mi familia.

Bien, esto es solo una introducción para descubrirme en  estos 50 años.

Un año atrás, cuando se decretó la Pandemia, entre en el baño de mi casa y lloré. Los que siguen mis escritos saben el porqué.

Una de las razones era el temor a que todo el mundo se viniera abajo y se desate el caos apocalíptico, o que yo no pudiera soportar las muertes que podrían darse no solo en mi familia más cercana, sino en los alrededores.

Estos 50 años me toman con alegría y tristeza. Una de cal y otra de arena,

Alegría, porque en estos días, meses, años, He visto nacer a mis hijos, sobrinos, sobrinos nietos, etc., he podido retomar antiguas amistades, alejadas pero no olvidadas, por esta pandemia que nos aisló de todo y de todos.

Tristeza, porque en estos días, meses y años, he visto a muchos de mis familiares y amigos partir antes. No pienso entrar en los recuerdos tristes, pero si quiero que sepan que ninguno de ellos es olvidado, porque cada uno de los que formaron parte de mi vida, aunque sea por un segundo o una mirada, han construido mi visión del mundo.

Con volver a escuchar sus voces, leer sus mensajes, poder abrazarlos y saber que están batallando es lo más lindo que se puede presentar.

Mucha gente ha sido solidaria conmigo en estos 50 años, desde familiares, amigos y desconocidos hasta aquellos que se comprometieron conmigo en mis proyectos y me apoyaron soportando las ideas, las críticas y mis razonamientos, que en muchos casos no eran iguales a los suyos.


Lo que siempre quiero es que cuando nos toque cruzar ese umbral, podamos reencontrarnos con todos aquellos que ya se fueron antes y que podamos gozar de la alegría de volver a vernos.
Muchas gracias por leerme, y gracias por ser como son…, conmigo y con mi familia.

A muchos, quizás no los recuerde por sus nombres, pero cuando los recuerdo o los veo…, alegran mi alma.

Dicen que luego de los 50 años empezamos a bajar de la montaña, hacia el valle, allá donde ricos y pobres tenemos la misma belleza y vestimos las mismas ropas y yo creo que es así.

Aun así, estuvieron a mi lado. 

Muchas gracias. A los que me prometieron y no cumplieron, también les agradezco…, porque “Dios no juega a los dados” y por algo paso lo que paso.

No voy a citar a nadie, para no olvidar, y porque cada uno sabe cuán importante es en mi vida...., por eso..., vamos a

DISFRUTAR LOS 50 AÑOS

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