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martes, 3 de julio de 2012

Debe asumir todos sus errores, Señor Presidente

Escribe: Ricardo Steimberg

Luego de lo tristemente sucedido en Curuguaty, toda la sociedad paraguaya se conmovió, hasta las lágrimas, al revivir una y mil veces, por medio de la televisión, las tocantes escenas de los cuerpos tendidos sobre la roja tierra de Canindeyú o bien siendo trasladados, en la caja de las camionetas policiales. 

Esa, que es una tierra de gente que ama al trabajo, de gente emprendedora y valiente, que ha venido de muy lejos, buscando nuevos horizontes; ahora esa misma tierra se encuentra teñida de la roja sangre de muchos de nuestros compatriotas.


Parientes, amigos, camaradas y hasta extraños, de los involucrados en aquella masacre, se emocionaron con aquellos sentidos discursos de despedida. 


Emotivos lamentos ante la pérdida de gente muy valiosa para la sociedad, que se han ido en una estúpida lucha fratricida que nunca debió ocurrir, sin embargo nadie lo evitó. Desde hacía mucho tiempo que las invasiones se habían intensificado. Pseudos dirigentes comenzaron a ser protagonistas y manipuladores de la opinión pública, haciéndole creer, al pié de la letra, que ellos eran los nuevos profetas. 

Poseedores de la tierra y policías se mostraban impotentes para contener a las hordas de campesinos que viniendo de San Pedro y Concepción, dos de los departamentos más olvidados del país, asolaban todos los puntos de la geografía paraguaya. Especialmente aquellos donde estaba probada su rentabilidad y su buen precio de reventa. Ninguno de estas pandillas de bárbaros, que disfrazándose de campesinos, usaba a sus propios hijos como escudo ante cualquier ataque policial-militar que se emprendiera.

Siempre invadían tierras muy bien ubicadas, en lugares estratégico, cerca de las rutas nacionales o que tuvieran  un fácil acceso. Nunca ocuparon tierras en el Chaco, por ejemplo, ya que al menos allí harían patria. En todas las ocupaciones, siempre había elementos infiltrados del auto denominado Ejército del Pueblo Paraguayo, un grupo sin ideología conocida, que despotrica contra el salvaje capitalismo norteamericano, pero que adora a sus dólares. Que ama a los desposeídos, pero que jamás hizo algo por ellos, a no ser darles un par de vacas, siempre en base una vil extorsión.

Desde que asumió la actual gestión, siempre las fuerzas de seguridad tuvieron las manos atadas y los jueces y fiscales amordazados. El servicio de inteligencia muchas veces fue boicoteado desde las más altas esferas, especialmente del llamado Primer Anillo. Las buenas intenciones de darles a aquellos campesinos que no tuvieran tierras, para trabajarlas, quedó diluido, cuando destacados dirigentes de la izquierda como “Pakova” Ledesma pseudo liberal, gobernador del departamento de San Pedro y el senador Sixto Pereira instigaban a la ocupación indiscriminadas de tierras, sea quien fuera sus dueños.

Incentivaron a la lucha de clases, a la xenofobia, y hasta a odiar a sus propios compatriotas, solo por haber cometido el pecado de trabajar de sol a sol, mientras que otros solo tomaban tereré y juntaban valor para empezar a trabajar. Caprichosamente se fue descabezando a la fuerza policial, dejando fuera a excelentes elementos, pero que disentían con la política errática del Poder Ejecutivo. Este mismo colocó al frente a elementos mediocres que hicieron un pésimo trabajo y el resultado está a la vista.

El Servicio de Inteligencia de la Policía  advirtió del peligro de esta intervención. Pero no fueron escuchados. Señor Presidente es llamativo que no se haya pronunciado hasta el momento, sabiendo profundamente que todo lo ocurrido es su culpa, sea valiente y admítalo, que es de hombre admitir los errores, tanto como engendrar hijos.

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