Si hay algo no superado aún en la política
criolla, es la angurria personal, de clanes y cúpulas que aún creen pueden
orientar al molino de sus intereses todo lo que es del pueblo, incluida las
decisiones democráticas. Un país atado a costumbres autoritarias, retardatarias
y condimentadas de supina ignorancia dirigencial, es práctica común pensar que
todo les pertenece solo por formar parte de un clan.
Los Judas de la Política
En Ciudad del Este, la actuación de una
facción del PLRA, encabezada por los hermanos Portillo, dió oportunidad al
pueblo para conocerlos más y, por supuesto, a la consabida práctica de una
organización golpista y traidora. Los memoriosos no olvidan la traición al
proceso democrático alternativo iniciado en el año 2008, y que fuera roto
vilmente por la nomenclatura del Partido Liberal Radical Auténtico y la derecha
rapiñera que se instalo en el poder en el 2012.
De parte del pueblo, nunca hubo perdón al PLRA
y sus secuaces. Una autocrítica de los mismos mucho menos. Nuevas oportunidades
de reivindicación, sí. Pero aqui se cumple aquello de “el zorro cambia de pelo
pero no sus mañas”.
Esta vez, una tajada de dicho partido,
volvieron a hacer lo mismo por Miguel Prieto,
al igual que a Fernando Lugo. No por diferencias políticas ni asuntos de
gobierno, ¡No! Lo hacen por los más rastreros de los intereses, como cualquier
sujeto de la cúpula colorada. Acuerdos crematisticos de los santos millones,
posición de poder para beneficio personal y de clanes, disfrazados supuestamente para el “equipo”. Es la vieja práctica de un Estado
patrimonial, nada diferente al Partido Colorado.
Pero lo rescatable de ésta conocida andanza de
los “liberales”, es que no conocen la
modernidad propia de ésta avanzada ideológica; sino la vieja práctica medieval
de atesorar fortunas a como dé lugar, sin más poder que del mismísimo
Estado. Ya lo señalaba el Dr. Eusebio
Ayala en 1915, que la única burguesía paraguaya es la oligarquía del Estado,
ante la ausencia de linajes adinerados heredadas de fortunas producidas y
cultura del mundo industrial, de las finanzas y de las iniciativas privadas, en
ésa obra “La Migración”, escrita desde su lugar de estudios en Berna
(Suiza). Remataba la cuestión, afirmando que es el Estado la única vía
de conseguir estatus, fortuna, poder, posición social, reconocimiento. Es la
forma segura de generar herencias, hacer negocios y todo tipo de beneficios
personales y familiares. Todo esto,
únicamente apegados al Estado. En concreto; de liberal nada, de golpista todo.
El hermano siamés
Lo de Cruzada Nacional, no cabe otra
aseveración sino los negocios de una pareja y de nadie más. Cualquiera que
levante la voz en ése singular “partido” es tirado por la borda como bolsa de
un carro. Cumplió el triste papel de engrosar la bancada parlamentaria a
Horacio Cartes desde la supuesta “oposición”. Esta dirigido por un hombre de
muchas luces, pero, permanentemente,haciendo cortocircuito. Es decir, chiflado
hasta la maceta. Sus muchos negocios de fronteras, una vida turbia y nada
democrática, lo hacen pintoresco, pero no digno de la primera magistratura.
El resto del tablero
Las demás siglas políticas que les siguen no
son “ni chicha, ni limonada”. Pero hacen
autoalarde de que van a “reconfigurar la política esteña”. Sin embargo, todos irán al despeñadero por deshonestos,
ambiciosos en lo personal y terminarán arrinconados y tapiados para siempre por
sus mismos amigos y afiliados. La falta
de lectura política y la deslealtad entre sus mismos compañeros o aliados
estrategicos, obviamente, conducen a ése punto de no retorno.
El retrovisor político
Los partidos tradicionales del siglo XIX
(léase 19 y de derecha) están llamados a la desaparición irreversible, con la
misma suerte para los de reciente precaria formación. Pues se enmarcan dentro
del mismísimo padrón, y patrón, de comportamiento antihistórico.
Una nueva creencia
El fenómeno “Yo Creo” vino para quedarse y
marca la definitiva diferencia, sin entrar en abordajes ideológicos, sino la
simple razón de un partido nuevo, de marcada práctica, y composición distinta.
Un fenómeno ligado a lo que el pueblo paraguayo espera: 1) Un líder
carismático. 2) Un partido fuera del ejido tradicional. 3) Espacios de
participación y, sobrada, presencia juvenil y femenina. Y lo más importante; 4)
Un partido capaz de articular una amplia unidad.
Es el pueblo en su rebeldía, contra la red
tradicionalista y ruinosa, con décadas de exclusión para la gente honrada, así
como la instalación de la décadas de corrupción como modelo imperante.
Lo que sobra
El Partido Liberal conoció, nuevamente, al
pueblo gracias a Miguel Prieto y a “Yo Creo”. Pero revolcados en el vómito de
la borrachera del poder junto a Cruzada Nacional y su mesiánico líder, Paraguayo Cubas, repitiendo esa política
siempre funcional al cartismo, articulado y maquinando escenarios que no van a
poder conquistar sin “Yo Creo”, ni Miguel Prieto.
Recordemos que asi fue y sigue siendo el PLRA,
desde que tumbaron al gobierno constitucional de Fernando Lugo, un peón en el
tablero politico que solo sirve de ayuda al regreso del Partido Colorado al
poder.
Pero el
pueblo que siempre supo defender su democracia y su libertad, ésta vez dará su
veredicto final.
Conclusión
Quienes pretendan ser jefes, repitiendo pasos
divisionistas, y sueñan con desplazar a Miguel Prieto de una manera desleal,
chocarán contra el muro de toda posibilidad. Pues no solo carecen de visión
política, sino que sufren de un narcisismo primitivo o directamente coordinado
con el patrón del partido Colorado, para dejar sin autoridades de mesa en las
próximas elecciones a “Yo Creo”.
El PLRA y PCN, son los únicos acreditados,
según el sistema electoral por el caudal y representación parlamentaria a ése
preciado lugar. Al dejarle a Miguel Prieto sin ésa habilitación de controlar
orgánicamente las mesas de votación, más las cuestionadas máquinas del TSJE; el
camino hacia un fraude electoral sin precedentes está abierto. Y, como es
lógico, en este mercado de la mafia política a donde nos ha conducido el
cartismo, todo es posible.
No sería la primera vez, ni las últimas
suposiciones paranoicas. Los partidos
tradicionales y la derecha toda, si ven en peligro sus intereses, han
demostrado que no dudan en cerrar filas.
Y en el caso nuestro, cada movida tiene su precio, según el tablero de
posiciones y apetitosa cotización.
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