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viernes, 5 de junio de 2009

MANUEL ORTIZ GUERRERO


UN GRAN LUCHADOR POR LA CAUSA CULTURAL
Por: Pedro Espinoza                
Frecuentemente se desconocen por imposición u omisión a los grandes exponentes culturales del Paraguay, que con la disciplina artística han aportado extraordinarios esfuerzos por una sociedad mejor,  no solo en lo ideal-abstracto, sino para cambiar una lacerante necesidad material-espiritual de nuestra sociedad. Tal es el caso del guaireño Manuel Ortiz Guerrero. (16 de julio de 1894 – 08 de junio de 1933) 
Ortiz Guerrero, muy  joven se trasladó a Asunción de su Villarrica natal, para seguir sus estudios en el Colegio Nacional de la Capital (CNC)  en donde pronto el joven “Manú” sobresalió como dramaturgo, guionista,  cultor de las más delicadas poesías  y un destacado dirigente estudiantil. De esa época datan sus obras: Pepita, Eirete, Loca, Endoso Lirico, y otras obras  fuertemente influenciadas por  la corriente modernista, la más avanzada de entonces.  

Al final de los años veinte conoció, al quien sería su compañero de arte y destino,  José Asunción Flores, creador de la Guarania. Ambos se complementaron  en el desarollo cultural y eran asiduos animadores de la vida, porque muy joven a “Manú” le tomó una temible enfermedad (la lepra), y Flores sufría la incomprensión de su época al revolucionar la música paraguaya. A pesar de  las adversidades, crearon las más renombradas páginas para la posteridad, con la inconfundible letra de Manuel Ortiz Guerrero y la música de José Asunción Flores: Ne Rendape Aju, India, Panambi Vera, etc. llegando a la sinfonía universal, cuando la Gran Orquesta Soviética, bajo la dirección del Maestro Yuri Aranóvich, con la asistencia del propio Flores, en 1969 fueron presentadas y transmitidas para toda Europa y el mundo en cadena radial y televisiva rusa. Aquella presentación,  con el auditorio lleno, se hizo en casi todos los idiomas de Asia y Europa, también incluye este histórico hecho la grabación por la misma orquesta de: Ñemity (de Carlos Federico  Abente y José A. Flores), Pyhare Pyte (Guarania Sinfónica de Elvio Romero y José A. Flores), y otras magnificas interpretaciones, tal vez hasta hoy son los escalones más altos de la música paraguaya  y sus exponentes,  juntamente con el nombre y obra ya afianzada en música culta de Agustín Barrios (Nitsuga Mangore).      
Algo llamativo, en  plena Guerra del Chaco (1932-1935), Flores fue dispensado del frente de batalla, por orden de la Comandancia, porque su pérdida sería irreparable. Flores regresó a su Chacarita (Barrio Ricardo Brugada) y pasó en el Barrio Recoleta, los últimos días con su amigo de sueño, lucha y arte. Juntamente con la compañera  de Ortiz Guerrero, Dalmasia, eran las únicas personas admitidas por el mártir leproso  a  acercarse hasta él. La pobreza también se adueñaba de este destino doloroso, Dalmasia era la que levantaban los pedidos para la imprenta “Surucu’a” pequeño taller grafico de ambos,  y en una ocasión fue allanada y las maquinas confiscadas por imprimir “panfletos subversivos”. Ortiz Guerreo dejó de existir un día 8 de junio de 1933.  No partió sin dejar antes una fructífera  vida con honradez humana, a pesar  de toda la miseria y dolor imaginable.
Desde este espacio invito a los compañeros y compañeras, y a los docentes a aportar cada mes, o cada semana, alguna recordación que  fortalezca nuestra identidad cultural como pueblo.                                                                                                                                                   

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los guireños no solo somos al "revez", la cultura tuvo su apogéo. Existen muchisimos músicos y escritores desconocidos que deberían ser estudiados su aporte a la cultura paraguaya: Indalecio Cardozo, Cristino Báez Monge,Felix Perez Cardozo, y heroes como el Cnel. José Felix Bogado y otros tanto.