Por Tito Benítez, Psicólogo
El juego es el medio más
importante que el adulto tiene para lograr que el niño aprenda. Al niño le encanta
jugar, se predispone, disfruta aprender con los juegos.
De
hecho, el juego no solo pertenece a un estadio de la vida. Perdura a lo largo
de la vida con diferentes matices. Simplemente observemos cómo hablamos del
mundial que se está llevando a cabo en Qatar. De una u otra forma todos estamos
pendientes de las partidas, de los resultados, de los jugadores, de las anécdotas.
El futbol se volvió nuestro pasatiempo favorito.
Si a
los adultos nos gustan los juegos, con más razón al niño. De hecho, no solo es su pasatiempo. Es un espacio de
aprendizaje donde uno puede aprender a explorar, transformar, codificar, recodificar,
desarrollar al máximo su creatividad y su imaginación.
Así
también el juego permite aprender las
reglas, a respetarlas, a perder, a ganar, a compartir, no solo a competir. También
ayuda a hacer amigos, a dialogar, a
conocerse a sí mismo, a reconocer sus cualidades, a ponerse límites. Este
conjunto de situaciones ayuda a aprender nuevas habilidades y destrezas. El
juego es el espacio de estimulación oportuna por excelencia.
El
juego también permite aprender habilidades y destrezas socioculturales, tales
como el lenguaje, las tradiciones, los valores, permite recabar datos
históricos, comprender los contextos y que estos a la par constituyen elementos
que permiten construir la identidad personal y cultural.
Entre
estos juegos insertados en un contexto histórico-culturales se encuentra el
lenguaje, uno estimula al máximo el razonamiento lógico aplicando en espacios
concretos de su vida real. Aprende nombres, desarrolla ideas, prepara
estrategias, propone soluciones,
resuelve situaciones hasta puede mediar conflictos o reconciliarse mediante el
juego.
Es por
eso también que el juego es un medio socioafectivo de aprendizaje porque
aprende uno aprende a desarrollar habilidades y destrezas como la empatía, la
asertividad, a perdonar, a ceder, a crear grupos de amigos.
Estamos
llegando a las vacaciones, los niños no dejarán de aprender porque no van a las
escuelas. En casa, con los padres, con los amigos, con los hermanos, con los
vecinos puede continuar su proceso de aprendizaje. Y qué más que crear espacios
donde los niños jueguen y que jueguen con gusto. No es una pérdida de tiempo,
es aprovechar el estadio donde se encuentran.
Aprovechando
el mundial de futbol, estas vacaciones que se acercan, el tiempo libre que
disponemos a compartir, a jugar, a reconocer países, a preparar espacios para dialogar, para
conocerse más, a estrechar lazos afectivos entre padres e hijos, amigos,
vecinos.
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