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viernes, 11 de junio de 2021

Tercer hisopado

Por Salvatore Brienza 

Es mi tercer hisopado en lo que va de la pandemia.

Esta vez es diferente. Me tuve que levantar a las 4 AM, para formar una fila extraña. 

La famosa fila de objetos que se colocan uno detrás de otro para ordenar el caos. 

Es la fría materialidad  de "seres animados en objetos inanimados" que representan a "personas de carne y hueso", que al final se convierten en estadística,  es decir, de nuevo en un número frío. 

Botellas con agua, frascos de Herbalife, cajas metálicas, bolsos de mano, estuche de lentes, cascos, hoppies, un frasco con perfume, llaves, etc...., todo vale para "ser lo que no es" y sin embargo, asegurar "la organización de lo desorganizado" del sistema de salud.

Cuando empezó la pandemia uno podía agendar via telefónica.

Este servicio,  desapareció del mapa de opciones al público.  Así como el virus, vamos mutando en la forma en el cual el sistema de salud va trabajando la pandemia. 

Ahora todos nos reunimos en un lugar (en este caso, el Hospital Distrital de Hernandarias), paradójicamente, el lugar donde debemos quitar número está frente a la Morgue del hospital y formamos la fila de objetos que nos representan. Al otro lado de la puerta, donde supongo que nos haremos el hisopado, hay dos camillas para cadáveres.

Es lo que seremos, inevitablemente, algún día.  Un objeto inanimado que no usará ninguno de los objetos que los representan.

Cuando buscaba cual era el objeto que mejor me representaba, encontré llaves de auto, teléfonos celulares, un libro electrónico (con mas de 1500 libros dentro) y un libro de Jorge Bucay (El camino del encuentro  de la editorial Del Nuevo Extremo),  pote de alcohol en gel, y me decidí por el estuche de mis lentes de lectura.

Me senté a esperar "mi turno".

Empecé a observar. 

La gente venía y preguntaba: "¿Cuál es la fila para el hisopado?"

Y los que estábamos esperando le informábamos, con todo respeto: "Allí es. Ese es el último de la fila".

Así,  el nuevo de la fila deja otro objeto y espera. 

Es nuestra materialidad, convirtiéndose en objetos. Yo pienso en la importancia de la filosofía y nuestra capacidad de observar. 

Mientras sigo pensando en lo que "somos como humanos y lo que nos convertimos como personas, en nuestro deficiente sistema de salud pública", sigo leyendo el libro "La tierra prometida" de Barack Hussein Obama,  donde describe su campaña electoral en su carrera para ser presidente de los Estados Unidos de Norteamérica.

Leo y recuerdo, que lo primero que hizo Donald Trump fue quitar el "ObamaCare". Esto perjudicó enormemente a la gente más humilde de uno de los países más ricos del mundo y lo convirtio en uno de los que mas muertos tuvo en un momento determinado. 

En fin. 

La gente va llegando para el hisopado, detrás de mi estuche de lentes,  siguen sumándose botellas,  llaves, mascarillas, cascos, etc.

La gente empieza a ocupar su lugar, en reemplazo de los objetos.

Empieza la desconfianza entre todos.

Escucho decir a una persona: "seguro que esos de adelante van a sacar dos o tres números". Todos suponen que se respetarán los lugares.

La comunidad se organiza para recibir un servicio.

De repente,  viene el funcionario del Hospital Distrital y pide formar la fila en otro lugar. 

Se desata el caos, nos aglomeramos todos, se acabó la fila. 

Lo idílico del objeto que nos representaba se acabó,  ahora valen los gritos, empujones, el mbarete y el ñembotavy se hacen presente.

Me quedo pensando en el libro de Virgilio Cantero, "Sociedad, disciplina y poder" tengo que leer de nuevo..., el funcionario público no respeta la decisión de la sociedad que se organiza para su mejor atención. Él debe imponer su autoridad para organizar a su modo y, quizás, privilegiar a uno que otro. 

Pudiendo decir "¿Este objeto de quién es?" y entregar, según el orden que se estableció,  decidió mudar de lugar y todos corren a formar una nueva fila.

Los que entendemos que debe haber un orden, un respeto a la sociedad y su organización, vamos ubicándonos en el lugar que tenían los objetos.

Otros, atropellan, se empujan y consiguen adelantarse para conseguir el número. 

Observo, porque en mi espiritu de  ciudadano debe haber un acuerdo de los que respetan al otro, y sigo en mi fila. 

Si antes, respetando el orden de los objetos me hubiera tocado el 16, ahora me toca el 36. No protesto porque  no está en mi ánimo enfrentarme con mis conciudadanos. Es la autoridad del funcionario público la responsable de la organización o desorganización.

Sigo creyendo en la bondad y civilidad del ser humano.  

Mientras amanece siguen, entre todos los que estábamos esperando desde las 4 AM, los "análisis de lo que sucedió", escucho la propaganda callejera de los candidatos a concejales de la ciudad.

Definitivamente, y aunque todo parezca lo contrario, la "tierra prometida" sigue muy lejos de nosotros. Seguiremos en el desierto por mucho tiempo más.

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